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hecha la palabra....El abismo tenebroso del hombre se hace real, la existencia de un mundo nuestro, la no condena de un mundo animal. KWA

jueves, 3 de julio de 2008

Una educación mediocre para un país mediocre

Por: Jorge Enrique Robledo. Senador Polo Democrático Alternativo
Bogotá, 5 de junio de 2008.

"El nivel de educación en Colombia es más bajo de lo que debiera ser (…) Oigo con frecuencia 'estamos mejorando paulatinamente' y eso no es verdad, nos estamos quedando atrás comparativamente" (Lecturas El Tiempo, Jun.08). Rodolfo Llinás, seguramente el más eminente científico colombiano en Estados Unidos.

Las transferencias del gobierno a las universidades públicas llevan más de una década congeladas. Pero ello no ha sido óbice para que se les haya impuesto aumentar los estudiantes, en particular entre 2002 y 2006, cuando crecieron en 58% y disminuyó el aporte del Ministerio de Educación por alumno en 39% en términos reales (y parecido ha ocurrido en el Sena y en el resto de la educación pública) ¿Cómo han compaginado una política calculada para presentarse como generosa a la hora de cobrar políticamente la ampliación de los cupos con lo cicatera que es a la hora de financiarla?

Primero, con mayores cobros a los estudiantes, incluso a costa de excluir a las mayorías que no pueden pagarlos. El ejemplo clásico es el de los posgrados de las universidades públicas, con matrículas bastante más caras que las de sus pregratos y similares a las de las instituciones privadas. También se ha impuesto la llamada "venta de servicios", en muchos casos con vulgares negocios sin ningún valor académico y auspiciando entre los profesores el desdénpor las verdaderas necesidades de la universidad y del país, a cambio de pagarles más como contratistas. Y en especial, atentando contra la calidad de la educación, como lo ilustra el caso de la Universidad de Caldas, el cual se repite en las demás. Allí los estudiantes aumentaron en 11.727 entre 2003 y 2007, un 35%, pero los docentes solo se incrementaron 12%, y para peor, sobre la base de cero por ciento de los de tiempo completo y 65% de los catedráticos, quienes, como se sabe, no pueden ser el pilar de una educación de buena calidad.

Aunque resulte obvio, para que la educación sea factor de progreso debe ser de alta calidad, pues lo que desarrolla no son los títulos que se obtienen sino los conocimientos que se alcanzan. En consecuencia, la defensa de la educación pública obedece a que el Estado es el único capaz de educar gratuitamente, con los millones de cupos suficientes en cada tipo y nivel –para que por falta de plata no se excluya a nadie que tenga capacidades– y, hay que remarcarlo, con alta calidad, la cual es muy costosa de lograr. El problema con la educación privada –además de que puede negar la libertad de cátedra, que constituye la base del pensamiento científico– es que solo puede ofrecer buena calidad con matrículas muy caras, las mismas que apenas pueden pagar unos cuantos. Muy mediocres tienen que ser las políticas de calidad educativa, en un país lleno de pobres, donde la educación pública está cada vez peor financiada y las universidades y los colegios privados tienen el 50 y el 30%, respectivamente, del total de los estudiantes.

Que la mediocridad de la educación es la línea del gobierno de Álvaro Uribe lo confirmó Marco Palacio, su primer rector en la Universidad Nacional de Colombia, quien impulsó una reforma para adecuarla al "libre comercio" insistiendo en su privatización: no incremento de los aportes oficiales, costos prohibitivos para los pobres, venta de servicios, fines perversos para el sistema de créditos, aumento de los profesores de cátedra, estatuto estudiantil antidemocrático y menos años de los pregrados, propuesta que justificó con la siguiente barbaridad: "Quizás estemos 'enseñando demasiado', entregado un profesional que supera los requerimientos del mercado"

La baja calidad de la educación se corresponde con el aparato productivo mediocre y el pensamiento único que el "libre comercio" le impone a Colombia. Porque si al país lo van a especializar en la producción de materias primas agrarias y mineras y en industrias maquiladoras de escaso nivel tecnológico, si las trasnacionales se van a quedar con las principales empresas y estas desarrollan su ciencia en otros países y si hay que repetir como loros las concepciones sociales y políticas que lleguen de Washington, ¿para qué educación de alto nivel? A los pocos nativos encargados de administrar la dominación les bastarán para formarse las universidades norteamericanas.

Así intenten ocultarlo, es a este desastre al que con razón se oponen los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia y del resto del país. Y es para imponer a la brava esta mediocridad propia de una colonia que Álvaro Uribe le ordenó a la policía invadir a su antojo a las universidades, violando su autonomía y la Constitución.

NI URIBISTA, NI ANTIURIBISTA. DEMOCRATA!!!!

Por andar enfrascados en una superflua disputa entorno a la figura del presidente Uribe, los colombianos nos hemos olvidado de lo fundamental. Nadie puede desconocer que indudablemente se trata del mandatario más popular de nuestra historia republicana, pero al mismo tiempo, hoy como nunca antes, la “supuesta” democracia más sólida de América Latina esta realmente amenazada.
Ha sido tal la polarización entre seguidores y opositores, que a veces es difícil encontrar puntos de acuerdo. De hecho, argumentar en contra del gobierno se ha convertido en toda una herejía, y defenderlo en una ingenuidad. Ahora bien, ¿tiene sentido seguir ahondando en esa disputa? De ninguna manera. Es necesario trascenderla y preocuparnos responsablemente por lo más importante, la defensa de la democracia; entendida ésta no sólo como la “voluntad de las mayorías” sino también como el equilibrio entre las diferentes ramas del poder público.
Según los que saben, Colombia se ha caracterizado por tener un sistema político marcadamente presidencialista, es decir, el presidente (popular o no) juega un papel protagónico y tiene demasiada influencia sobre los demás poderes. Si así ha sido con gobiernos de cuatro años ¿Cómo será con un gobierno de doce? CATASTROFICO. Simple y llanamente la división de poderes quedaría hecha trizas, por ende, la concentración del poder en un solo hombre seria inevitable y las consecuencias de tener un caudillo resultarían lamentables.
Pero… ¿Cómo hacerle entender esto a los más fieles admiradores del presidente? Que no todos son precisamente los más cultos, ni los más leídos, ni los más y mejor informados, sino, humildes, honestos y trabajadores ciudadanos que en muchos casos se han beneficiado directamente de sus políticas: como aquel campesino al que la guerrilla dejó de azotarlo; como aquella madre cabeza de hogar ayudada por el cheque de “familias en acción”; o aquel beneficiario del banco de las “oportunidades”; entre muchos otros que de verdad lo quieren y no dudarían en dar su voto las veces que sea necesario. Tratar de hablarles a todas estas personas de teoría política y de la forma como se mueve el poder es mas difícil que tratar de organizar cien monos para una foto. Pero igual se les debe respetar, y bajo ninguna circunstancia descalificarlos, los hechos a larga serán tan evidentes que se convertirán en los mejores argumentos.
Por lo pronto solo queda apelar a la sensatez de aquellos demócratas que si son concientes de lo que se avecina. El problema no es si estamos a favor o en contra de Uribe, él tiene sus convicciones y cree que esta haciendo lo mejor para el país, eso no lo podemos cuestionar, ni juzgar, para eso esta la historia, la cual es implacable y no se guarda nada. Aquí lo que esta en juego es la estabilidad institucional, la poca democracia que nos queda y el futuro de generaciones enteras que hemos crecido en medio de la guerra, anhelando vivir algún día en un país en paz. En realidad, no quisiéramos tener que contarles a nuestros hijos que padecimos una dictadura que habría podido evitarse a tiempo.
El presidente ya hizo lo suyo: le puso el “tatequieto” a las FARC, evito su expansión, los derrotó políticamente y los deja muy diezmados en lo militar, le devolvió la confianza al Estado; y a las fuerzas armadas la autoestima perdida en los días de Pastrana. Con lo anterior y su inmensa popularidad tiene para salir por la puerta grande el 7 de agosto de 2010. Si le da por seguir, saldrá por la puerta de atrás a compartir “honores” con Pinochet, Fujimori y compañía.

Publicado por ANDRES GRANADA en 21:19