“Si tu tribu ya partió está el rastro que dejo, nunca pierdas la esperanza”
(1280 almas, “la ruta del venado”. Del álbum changoman.)
Saludo enérgico, especial y afectuoso a todos los jóvenes colectivos y artísticos y de acción cultural que habiendo sido reciente y esforzadamente creados en nuestra ciudad persisten diariamente en sus propósitos.
Los últimos cuatro o cinco meses hemos sido testigos de un emotivo y aparentemente repentino interés local por algo que en líneas generales daremos en llamar “movimiento cultural”.
Una de las características mas evidentes (si no la mas destacable) de este positivo giro que comienza a operar en nuestra ciudad, la constituye el hecho de la cada ves mas visible incidencia ejercida por las diferentes, nuevas, tentativas y jóvenes formas de gestión y agremiación cultural en medio de un panorama hasta no hace mucho signado mas bien por procedimientos y “conductos regulares” -dados por hecho- ante una ausencia de preguntas planteadas a profundidad que obviamente estaría destinado a convertirse en lo mas parecido a una forma mecánica cuando no inerte- de entender, vivir, diligenciar –y aun- “gozar” algo tan inquietante, dinámico y afortunadamente complejo como la cultura: ese corpus de actividades que no en vano nos remitirá etimológicamente a la expresión latina collere: para los antiguos romanos “cultivar”, mas exactamente “cuidar” algo con sumo esmero.
Cualquier joven, joven adulto o adulto mayor residente en Villavicencio y que en algún momento en su vida halla intentado o emprendido -de hecho- algún tipo de actividad cultural sabe de sobra que en este sentido, sembrar semillas aquí es una tarea fácilmente asociable a una especie de estéril fatiga.
Sembrar semillas aquí en un terreno que sin temor a exageraciones parece como si todo el tiempo estuviese reservado no a los cultivadores mismos de las semillas si no a los “irregulares reguladores” de cualquier intento de siembra cultural.
Si “hacer cultura” o aun simplemente “vivir dignamente” en latitudes como la nuestra son retos planteados diariamente como verdaderos ¡actos de fe!, entonces, sin mas opciones y ya sin algo mas que perder, asumimos nuestra responsabilidad con una decidida alegría y nuestra alegría de compartir transparentemente todos los productos derivados de nuestros intentos inflexibles de cultivo con un sentido de responsabilidad tal, que afortunadamente comprendemos no nos podría ser dado por algún tipo de disciplinamiento o control externo, forzoso, si no por el hecho básico de aceptar activamente y con toda naturalidad nuestra condición de sembradores pese a todo.
Si en el camino aparece (aun desde lo institucional) manos amigas, francas que nos puedan brindar “otra mano”: por supuesto bienvenidas sean, si no, bueno, si no ya no importa mucho por que aquí en nuestra ciudad, en las calles, en algunas universidades y en el corazón de muchos jóvenes ya empezaron a germinar varias planticas en torno al arte, en torno a unas vitales y criticas dinámicas culturales que no estamos dispuestos a dejar arrancar a si no mas ¡A PESAR DE TODO, EN VILLAVICENCIO EL ARTE AUN SIGUE VIVO!.
“en tu mente esta la ruta y en tu alma esta el lugar……
Este cuerpo hay que mover, nada le puedes hacer, es el signo de tu raza”
(1280 almas. “la ruta del venado”. Del álbum chango man).
Omar Eduardo Gómez Reina, maestro en artes platicas de la Universidad Nacional de Colombia.
Coordinador del colectivo cultural y cine club el samanazo.
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