La lógica en su utilidad más esencial, contribuye directamente en la verificación de la corrección de los diferentes tipos de razonamiento, incluyendo el suyo propio; y cuando los errores se pueden detectar fácilmente, es menos probable que perduren.
De ésta manera la lógica se convierte en un asunto de corrección y la corrección se refiere en alguna forma al pensamiento. Por ejemplo, la expresión “echarle cabeza a un asunto” quiere decir pensarlo o hacerlo correctamente; esto se evidencia en la presunción que hacemos nosotros de ser muy lógicos, de ponerle lógica al asunto, de hablar lógicamente, pues no podría ser de otra manera, ya que, la misma naturaleza se encargó de proporcionarnos una lógica natural, la cual se manifiesta en nosotros como un recurso inconciente del cual no podemos dar cuenta, por ejemplo, en muchos de los casos no sabemos por qué unas operaciones son correctas y otras no lo son, simplemente las realizamos.
Así uno puede pensar en un número del uno al diez, como sucede en un juego de salón, sin hacer razonamiento alguno acerca de él. Pues comúnmente solemos recordar algo, imaginarlo o lamentarse de él, sin hacer razonamiento alguno en torno a ello o puede dejar que los pensamientos “sigan su curso” en un ensueño o en una fantasía, haciendo lo que los psicólogos llaman asociación libre, en la cual una imagen reemplaza a otra, en un orden que no es lógico y que en la gran mayoría de los casos termina en el caos mental o en la saturación del discurso, aquí es donde renacen preguntas como: ¿y yo que estaba hablando? ¿y yo porque llegue a hablar esto? entre otras.
De ésta manera la lógica se convierte en un asunto de corrección y la corrección se refiere en alguna forma al pensamiento. Por ejemplo, la expresión “echarle cabeza a un asunto” quiere decir pensarlo o hacerlo correctamente; esto se evidencia en la presunción que hacemos nosotros de ser muy lógicos, de ponerle lógica al asunto, de hablar lógicamente, pues no podría ser de otra manera, ya que, la misma naturaleza se encargó de proporcionarnos una lógica natural, la cual se manifiesta en nosotros como un recurso inconciente del cual no podemos dar cuenta, por ejemplo, en muchos de los casos no sabemos por qué unas operaciones son correctas y otras no lo son, simplemente las realizamos.
Así uno puede pensar en un número del uno al diez, como sucede en un juego de salón, sin hacer razonamiento alguno acerca de él. Pues comúnmente solemos recordar algo, imaginarlo o lamentarse de él, sin hacer razonamiento alguno en torno a ello o puede dejar que los pensamientos “sigan su curso” en un ensueño o en una fantasía, haciendo lo que los psicólogos llaman asociación libre, en la cual una imagen reemplaza a otra, en un orden que no es lógico y que en la gran mayoría de los casos termina en el caos mental o en la saturación del discurso, aquí es donde renacen preguntas como: ¿y yo que estaba hablando? ¿y yo porque llegue a hablar esto? entre otras.
Por tanto es válido y necesario hacer la distinción de que todo razonamiento es un pensamiento , pero no todo pensamiento es un razonamiento.
La lógica en este sentido no se ocupa del pensamiento como facultad o función(procesos fisiológicos del pensamiento), sino en cuanto resultado de la función de pensar. Cuando el hombre piensa, habla consigo mismo, es decir, monologa, el pensamiento se convierte así de esta manera en auto lenguaje; pues cuando pensamos vamos de verdades conocidas al descubrimiento de verdades aún no conocidas.
Es entonces que el lógico, está interesado esencialmente en la corrección del proceso completo de razonamiento. El lógico pregunta: ¿tiene solución el problema? ¿se sigue la conclusión de las premisas que se han afirmado o supuesto? ¿las premisa proporcionan buenas razones para aceptar la conclusión?
De tal manera que todo razonamiento(independientemente de su objeto) es de interés para el lógico, pero fijando su atención fundamentalmente en la corrección como punto central de la lógica. Tal fundamentalidad se basa en el hecho de ser el hombre un animal discursivo. Discurrir, significa correr tras las verdades que desconocemos, a saltos, es decir, apoyándonos en las que ya conocemos.
El pensamiento discursivo se moviliza entonces sobre dos ruedas esenciales que son implicaciones e inferencias. Las implicaciones son verdades involucradas en el saber dado, implicar significa “estar en”.. En todo conocimiento hay implícitos otros que esperan de que alguien los explicite y formalice mediante inferencias. Inferir significa “sacar de”…
Una inferencia que no se basa en efectivas implicaciones conduce a errores de conclusión. La verdad formal, de la cual quiere asegurarse el lógico, consiste en un acuerdo o conformidad entre posibles inferencias y efectivas implicaciones.
En este sentido afirmamos que la lógica, en cuanto ciencia de las inferencias correctas, supuestas unas efectivas implicaciones, es un saber que fundamenta a todos los demás saberes.
Fredy Kagua